sábado, 22 de enero de 2011

LA ESTATUA DE CERVANTES Y EL CAMIÓN DE LA BASURA. FOTO Y RELATO. 3

Esta mañana, tras tomar café en un bar sin humos, me encuentro por una calleja con la estatua de don Miguel de Cervantes casi devorado por una gigantesca máquina de tubos amarillos dedicada al reciclaje. Impasible,  espera a que termine la recogida neumática –es lo que tiene ser estatua-. De buena gana, y tan cerca de la cárcel donde escribió Don Quijote de la Mancha,  mandaría a su noble caballero a combatir contra ese gigante amarillo. Y su fiel Sancho, le diría que no es un gigante, sino un camión de recogida neumática de basuras. Mientras, nosotros, en las Españas, empapados hasta el tuétano de nuestros huesos por la psicología de sus dos ilustres personajes. Los tópicos, a fuerza de repetirse, acaban convirtiéndose en verdades; el problema es que lo mismo sucede con las mentiras. 

Todos somos sanchos o quijotes  en el reino de las dualidades: realistas o idealistas cabalgamos por nuestros dominios para salvar dulcineas o sacar provecho de cualquier situación. Hoy más que nunca necesitamos tener valor para salir a la calle, leer la prensa, abrir el buzón  repleto de correspondencia de bancos, recibos de luz y pagos pendientes. Pero ninguno de los dos personajes nos vale. Pongamos al aire nuestras vergüenzas para salir de la crisis, no nos quejemos tanto y denunciemos cada abuso injustificado con el trámite oportuno. Y recordemos que a los gigantes los mantenemos nosotros. Seamos conscientes de nuestra fuerza. Los quijotes y sanchos de hoy no necesitan cabalgar, todo se controla desde internet. Aprovechemos este arma: un once por ciento de subida de la luz es una auténtica tropelía consentida por gobierno y oposiciones. Por eso pienso sumarme a la protesta de apagón de luces en mi hogar convocada en la red para el 15 de febrero de diez a diez y media de la noche.  

Y como esta, miles de iniciativas pueden tener un seguimiento espectacular, muy superior a  las macrobotellonas en la red. Aparte, contratar los servicios de una buena empresa de recogida neumática de residuos para que cada cuatro años o cuando se tercie, desatascar de basuras y desperdicios políticos tantos personajes que nos  gobiernan o se oponen a todo sin  colaborar ni arrimar el hombro en nada, esperando que esto se hunda para venir luego como salvapatrias. Y no renunciar nunca a conseguir poner una cruz en aquel que nos convenga en una lista abierta.


Hace rato que no escucho el infernal ruido del camión aspersor de basuras: todo ha terminado hasta la próxima recogida. Cervantes descansa en su pedestal. 

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