jueves, 10 de febrero de 2011

EN PRINCIPIO FUE ¿QUÉ?

            Al buscar los orígenes en cualquier actividad, siempre hubo un antes de todo, y nunca hay un principio de nada. Las realidades se amalgaman construyendo otras nuevas. Todo se transforma.

            Hablamos antes de la importancia que en mi obra ha tenido que durante años me dedicara a escribir diarios. Ello es cierto en relación con la novela. Pero la creación artística forma parte esencial de mí desde siempre. Ya se perdieron los primeros capítulos de un libro de aventuras que comencé con diez años y fue seriado en un viejo casete a modo de las radionovelas de antaño entre mi hermano y amigos de infancia. Se titulaba Tres mundo diferentes, y justamente llegó al tercer o cuarto capítulo. Quería ser una novela de aventuras donde unos exploradores –blancos ellos- van en busca de una civilización perdida en África que situé allá por Benin. Esta tribu tenía ancestrales contactos con otra civilización estelar procedente de un remoto planeta en una galaxia escondida.
           
            Igualmente pudo haber sido el cómic, la dorada iniciación a la lectura de mi generación. Devoraba los tebeos de antaño, desde el Tiovivo al Gran Mortadelo. Encima tenía facilidades para el dibujo, con lo que con ocho años prestaba las historietas que dibujaba a mis compañeros de clase, para disgusto de mis maestros por la distracción que ocasionaba.  La Banda de Garras Astutas eran una serie de forajidos del Lejano Oeste, todos ellos animales, capitaneados por un cocodrilo del Nilo (porque siempre iba de perfil) con una descomunal dentadura y sus cejas arqueadas. Sus secuaces, que recuerde, eran un pingüino, un rinoceronte y un pájaro volandero.
Se notaba la influencia de Félix Rodríguez de la Fuente por tanto animalito suelto, y la de Ibáñez, en el sentimiento trágico de la existencia: finales siempre infelices. Aunque los protagonistas fueran ellos, el bien siempre se tenía que imponer. Al final el sheriff Conejo daba justo castigo a La Banda de Garras Astutas, que solían acabar en la cárcel al final de cada historieta.

            ¿Cuáles son tus aficiones?, ¿recuerdas sus principios? Comparte tu prehistoria creadora con nosotros si te place. Y si no, escribe contando lo que desees sobre el tema. Con mucho gusto te enviaré la mascota de mi infancia: un Garras Astutas dedicado.

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